La actividad
La actividad como acción propositiva, para interpelar y poner en manifiesto; como sistema de investigación, gesto creativo, ensayo orgánico, maleable, distorsionable y recurrente. La actividad como obra.​
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Partiendo del estudio sostenido en diversos territorios y contextos, de casos específicos de artistas y curadorxs vinculados a la enseñanza (incluida la propia práctica), centré mi interés en el desarrollo de las dinámicas interpersonales, la construcción docente y las actividades de aula/taller. Todas gozaban de cierta permeabilidad que les permitía mutar para definirse a lo largo del tiempo; pero me detuve, inicialmente, en distinguir aquellas variaciones graduales que se daban específicamente en las últimas. Pequeñas alteraciones ponían en relieve el impacto de lxs otrxs y revelaban búsquedas renovadas. A medida que se replicaban -con distintos grupos de estudiantes- adquirían nuevas y sutiles texturas, modificaban su rumbo, se percibían vivientes, manifestando el gesto identitario de quien la había ideado.
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Observar una actividad en progreso es como leer un texto, habitar una performance, mirar una pintura... Exceden la función de medio o herramienta para, son enunciados complejos, sensibles, en muchos casos intuitivos. Y eso las vuelve factibles de ser formuladas en términos similares a los de una obra, objeto o hecho artístico (la actividad como obra).
Conformadas por capas que vislumbran diversas estrategias y decisiones, incluso estéticas, durante su diseño y ejecución se evalúan múltiples factores determinantes (tiempo, lugar, materiales, destinatarixs…) y se asumen también riesgos. Las actividades, así mismo, habilitan ​​metodologías de investigación sobre el hacer propio, reflejando de una manera muy genuina a sus autorxs y definiéndose en el encuentro con lxs otrxs.
El deseo de reunirlas en un mismo espacio y compartirlas con la comunidad, otorgándoles además -y sobre todo- un nombre, motorizó esta investigación que desencadenó otros interrogantes propios de la enseñanza: dónde aprendimos y dónde elegimos enseñar, de qué modo nuestras historias personales trazan un camino y lo definen, por identificación u oposición; cómo nos nombramos; qué metodologías funcionan como andamiajes horizontales y cuáles están destinadas a sostener sistemas hegemónicos obsoletos; cómo los contextos y recursos -reales- determinan dinámicas y vínculos; cómo el ego puede anular el saber ajeno. También fue fundamental la necesidad de visibilizar el trabajo docente de profesionales que no siempre están inscriptos en ámbitos de formación institucionalizados, pero eligen el campo de la educación para investigar, sociabilizar e intercambiar experiencias de aprendizaje que propicien colectividad.
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En vistas de sostener la docencia como un hecho creativo y al arte como un hecho educativo, el proyecto se presenta también como un lugar para disolver una creencia sumamente vetusta pero que continúa muy arraigada, aquella que declama que ser docente y ser artista corre por vías separadas, o que la presencia de una denota la falta de éxito en la otra.





Imágenes de cortesía: “Ejercicio de la caverna” de Max Gómez Canle en ProyectArte - Casa Escuela de Arte; "Álbum de imágenes resonantes" de Rosana Schoijett; “Safari fotográfico” de Mariana Rodríguez Iglesias y “Amuleto” de Luis Terán, en ProyectaArte - Casa Escuela de Arte; imagen de cortesía de Ariel Cusnir.
